Veintisiete
años después de que se produjera el fatal accidente de la central nuclear de
Chernóbil las consecuencias de aquella
tragedia que podría haberse evitado siguen siendo dramáticas, con unos efectos
devastadores para la población de las zonas de Ucrania donde se encuentra la
central, y sobre todo para los habitantes de la fronteriza Bielorrusia, hacia
donde se expandió la nube tóxica, sembrando estas zonas del Este de Europa de
muerte y destrucción.
Con la intención de que seamos conscientes de
las consecuencias de este desastre, y de que se tomen las medidas oportunas
para que no vuelva a suceder algo parecido, se han venido celebrando a lo largo
de nuestro país una serie de conferencias cuyos ponentes vivieron y sufrieron
en primera persona la catástrofe, conferencias enmarcadas dentro de la Semana
de Acción Europea.
En Fuente
Obejuna, la conferencia “Por un futuro sin Chernóbil ni Fukushima” tuvo lugar
en el salón de actos del I.E.S. “Lope de Vega” el pasado viernes 26 de Abril,
escogido el centro de enseñanza para hacer llegar estos testimonios sobre la
tragedia a los más jóvenes, haciéndolos sabedores de lo que ocurrió y
concienciándolos de que algo parecido no puede volver a ocurrir nunca más.
Al acto,
organizado por la Asociación “Matrioska –Fons Mellaria” con la colaboración del
Ayuntamiento, acudieron la presidenta de la asociación antes citada, Pilar Benítez,
el presidente de FEDASIB José Antonio Domínguez, la alcaldesa de Fuente
Obejuna, Isabel Cabezas, el director del
I.E.S. “Lope de Vega”, Teófilo Fernández y la orientadora del mismo, así como
alumnos pertenecientes a tres cursos diferentes, profesores, padres de acogida
de niños bielorrusos en nuestro municipio a través de la Asociación
Matrioska-Fons Mellaria, y demás personas que se acercaron al instituto
motivados por su interés por la conferencia.
Las ponentes
fueron Zhana Filomenko y Natalia Tereschenko, liquidadoras de primer grado de
la catástrofe de Chernóbil, quienes contaron en primera persona sus testimonios
vividos que les marcaron sus vidas para siempre.
Zhana
Filomenko narró durante su intervención hasta que punto cambio radicalmente su vida el
desastre de Chernóbil. Perdió a su madre y a su hermana mayor en los años 90
víctimas del cáncer y a su marido en 1993 a consecuencia de una insuficiencia
cardiaca, otra de las principales causas de mortalidad en las zonas afectadas,
además de diagnosticar a su hijo mayor discapacidad como consecuencia de la
radioactividad.
Pueblos
enteros fueron evacuados en unos pocos días y semanas, contó, ayudando al
reasentamiento de los poblados de las aldeas alrededor del reactor distrito Narovlya.
Nadie podía
imaginar las magnitudes del desastre, afirmó, en todas partes había escasez de
bienes.
La única
forma de trabajar era uniendo a personas , por lo que funda el Club de
Evacuados Malinowka utilizando la base de Gruschewoj, siendo durante años su
presidenta y comenzando así la ayuda humanitaria, y la recuperación de los
niños de las zonas afectadas enviándolos a otros países de acogida.
Natalia
Tereschenko cuidó de las personas que sacrificaron sus vidas afrontando las
consecuencias de esta tragedia, recibiendo a las primeras personas que habían
sido evacuadas de la ciudad de Prypiat. Llegó a trabajar como directora del
laboratorio del hospital de la ciudad hasta 18 horas al día, siendo su
principal tarea los exámenes a los liquidadores así como a todos los que
ingresaban en la zona prohibida.
Natalia
durante su ponencia, contaba que al lado del hospital en que trabajaba había un
jardín muy hermoso con unos árboles en cuyas ramas maduraban unos frutos
anormalmente grandes, eran mortales, estaba todo completamente contaminado, y
en ningún momento habían sido informados de los elevados niveles de radiación
que fueron medidos en dicho jardín.
Las gallinas
abandonadas ponían cantidades anormales de huevos, y los pollitos que nacían de
esos huevos morían nada más nacer a consecuencia de la radiación, todo estaba
contaminado, animales, plantas, alimentos, aire, absolutamente todo.
Su estancia
en Chernóbil duró doce días más de lo previsto ya que no había otro equipo que pudiera
sustituirla tan pronto.
Natalia
contaba que en la mano con la que diariamente tocaba los aparatos contaminados
contrajo un tumor, viniéndole a continuación otras enfermedades. Se mantuvo con
vida gracias a que su marido fue destinado a Vietnám y pudo tomar allí un curso
de terapia, por lo que se encuentra eternamente agradecida a sus colegas
vietnamitas.
Las ponentes
no quisieron terminar sus intervenciones agradeciendo a España su generosidad y
solidaridad con estos niños de acogida, y deseando a todos a que cuidaran del
bien más preciado que tienen, como es su salud y la salud de sus seres más
queridos.
Francisco Javier Cabezas
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